Hoy día el entorno educativo está rodeado por diferentes contextos
como el social, económico, cultural e incluso político, lo cual se traduce en
que la escuela y todo el proceso de enseñanza y aprendizaje debe responder a
las nuevas tendencias y dinámicas de la actualidad y sobre a las necesidades y
expectativas generadas por todo el cambio generacional y nuevas metodologías
utilizadas.
Es aquí donde la investigación educativa se entiende como un mecanismo o proceso para darse cuenta de la problemática que se presenta en el sistema educativo como tal, en el aula y en el proceso mismo llevado a cabo en la escuela. Ahora bien, la investigación educativa, entendida esta como proceso en el cual el investigador se cuestiona sobre un problema o situación de tipo educativo, lo define, analiza, formula acciones para mejorar y estas a su vez pueden ser aplicadas en las aulas de clase con el fin de provocar cambios relevantes (Martínez González, 2007; Imbernón et al., 2007). Como lo afirma Martínez González, la investigación es una acción cada vez más necesaria para identificar y diagnosticar necesidades educativas, sociales, institucionales y personales, y para promover cambios eficaces en las prácticas educativas, de enseñanza, en la organización de los centros e instituciones educativas, en los procesos de convivencia y resolución de conflictos y en las relaciones que mantienen los diversos agentes de la comunidad educativa (2007: 7).
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